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El MOI, Movimiento de Ocupantes e Inquilinos, es una organización social que tiene como ejes centrales la vivienda digna, el hábitat popular y el derecho a la ciudad desde principios de la década de los ’90.
Mediante la organización cooperativa, los objetivos del MOI son hacer realidad el sueño de la vivienda propia, al tiempo que avanzar en construir políticas de vivienda y hábitat popular basadas en el cooperativismo, la autogestión y la construcción de condiciones de vida digna para todos y todas.
A través de una Federación de Cooperativas Autogestionarias, el MOI actualmente nuclea cooperativas de vivienda y de trabajo de Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, al tiempo que está desarrollando proyectos de cooperativas en varias otras provincias del país.
La Autogestión es el ejercicio pleno de nuestra propia capacidad para gestionar recursos y administrarlos en beneficio de los intereses del conjunto. Es ser parte de la discusión y de la toma de decisión respecto al destino que se le dan a los fondos públicos, en nuestro caso, en lo que respecta a la utilización que tienen financiando determinadas políticas de vivienda.
También implica la responsabilidad que significa tener que organizarse, planificando y ejecutando las obras determinando la manera más efectiva de utilizar los recursos. Capacitándonos y demostrando que somos capaces por nosotros mismos no solo de conquistar el derecho a la vivienda sino de ser dignos merecedores de ejercer plenos derechos, sociales, políticos y culturales.
La Ayuda Mutua es un aporte concreto en mano de obra que los cooperativistas y su grupo familiar hacen al proceso de obra. La Ayuda Mutua es obligatoria y cumple dos propósitos fundamentales. Reduce significativamente el costo de la obra y consolida los grupos cooperativos a partir de la relación que se genera trabajando todos en la misma dirección y en pos de un objetivo común. Fomentando la solidaridad y los valores de la cooperación
La organización cooperativa es una práctica colectiva y solidaria. Si reflexionamos a partir de lo que hacemos, comprendemos que nuestras acciones pueden y tienen que contribuir a instalar nuevas bases culturales: Las bases culturales de la mujer y el hombre nuevos, que desafíen los principios y valores fundantes de la sociedad capitalista, que tantos padecimientos nos generan, mostrando los caminos concretos para su superación.
La práctica y la reflexión cooperativas nos ponen en debate con nuestro propio sentido común individualista y privatista, preexistente en nuestra historia personal, a partir de reconocernos, nuevamente, en la lógica y el contenido también propios de nuestros “haceres” y luchas construidos desde la cooperativa.
Esto tiene una expresión central en el tema de la propiedad. La propiedad colectiva. "Lo que se gana colectivamente, no puede perderse en forma individual".
Todas y cada una de nuestras cooperativas así como su marco general, la Ley 341, son parte de la historia de lucha de la clase trabajadora y han sido ganadas desde la lucha colectiva.
En nuestra propuesta, cada compañero cooperativista "no es dueño de su vivienda”, sino que se hace “dueño común de todo su conjunto cooperativo” y más aún, de la historia de lucha, la experiencia y los logros del MOI.
Esto se denomina “sistema de uso y goce” y es el marco institucional que estamos construyendo e impulsando activamente como alternativa posible y concreta para la producción social del hábitat en Argentina.
Nos apoyamos en la experiencia continental de producción de vivienda (como los 40 años y las 30.000 viviendas de FUCVAM) en Uruguay, en la historia ancestral de nuestro continente latinoamericano (el ayllu, la minga) y en la historia de lucha de la clase trabajadora mundial(desde los pioneros de Rochdale al conjunto de la experiencia socialista del siglo XX).
Ciudad de Buenos Aires, actualmente, padece dos grandes procesos propios de la sociedad capitalista: dinámicas poblacionales migratorias a escala nacional que concentran población, recursos, actividades… alimentando la generación de un genocidio por planificación social de la desigualdad y renovación urbana, con creciente alza especulativa del precio del suelo, que acentúa los procesos de expulsión en los barrios sobre todo de la zona sur. (sin congelamientos de desalojos o precios de alquileres ni opciones para la tiranía impersonal del “libre mercado”).
La propiedad colectiva, como institución social, apunta a generar SEGURIDAD DE TENENCIA PARA LOS SECTORES POPULARES. Sirva para regular y sostener el precio de la transacción cooperativa alrededor del costo de producción de la vivienda, con el fin de garantizar, cuando existen rotaciones, el acceso del mismo sector social que peleó y ganó colectivamente cada conjunto, cada pedazo de ciudad. Y también para sostener y construir la conciencia y la organización colectivas en las futuras generaciones.
Así la propiedad colectiva, orienta la inversión pública (los recursos de todos) para garantizar la accesibilidad y permanencia de los trabajadores de bajos ingresos en las localizaciones urbanas centrales , en lugar de financiar la cultura de la dádiva, la tolerancia hacia los comportamientos especulativos personales del “salvese quien pueda” o “después de mi, el diluvio”.
La propiedad colectiva combate la especulación tanto como acción económica como, por sobre todo, en el plano de la “cultura”, de la “cabeza” que tenemos formateada por la TV y el sistema.
¿Limita? SI, pone límites a la especulación personal. Impide apropiarse individualmente de la ganancia extraordinaria (plusvalía urbana) que, en cada conjunto se ha generado en forma colectiva y apoyada en la concurrencia de la inversión pública resultante de la lucha de muchas familias que sostienen nuestros logros personales sobre sus hombros anónimos en el cauce de la historia.
Pero no sólo de economía de recursos se trata, sino sobre todo de construir ,junto con las viviendas, una cultura alternativa a la cultura del lucro ,donde los valores de USO están por encima de los valores de cambio. Por ello reivindicamos la propiedad colectiva como forma de apropiación de los bienes socialmente construídos.
Más allá de nuestro conjunto de viviendas, la propiedad colectiva surge, en términos generales, de reconocer que La Ciudad . la hacemos estando juntos y entre todos, territorio de sueños , luchas y realizaciones… bien colectivo…propiedad colectiva…obra siempre inacabada cuya construcción reclamamos con los verbos propios de las mejores tradiciones históricas del movimiento popular : el construir, el ganar, el luchar, el proponer... todos ellos, felizmente, verbos que van juntos.

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